Formas orgánicas y escultóricas: piezas con curvas libres y volúmenes atrevidos.
Acabados mate y texturas rústicas: poliresina, terracota o gress con tacto natural.
Colores de la tierra: terracota, blanco hueso, arena y verde oliva, que armonizan con materiales como madera o lino.
El jarrón sin flores: deja que una pieza vacía hable por sí sola; es arte decorativo.
Estética wabi-sabi: belleza en lo imperfecto y artesanal, ideal para hogares auténticos.
Cómo elegir con intención:
Entrada o pasillos: jarrones altos como el Camia alto para crear un impacto visual inmediato.
Salas y comedores: piezas versátiles y artesanalas como Génova o Asas funcionan como centros de mesa y floreros.
Mesas auxiliares o escritorios: floreros bajos como Fósil añaden detalle sin sobrecargar.
Rincones decorativos: el Barro alto da calidez a estudios o bibliotecas.
Usa estos objetos como punto de equilibrio visual o para reforzar el estilo del ambiente.
Floreros como acentos visuales:
Usa tonos neutros si buscas armonía, o contrastes intensos si necesitas romper la monotonía.
Jarrones en terracota o crema aportan calidez sin saturar.
Combínalos con cojines, cuadros o textiles del mismo tono para lograr coherencia visual.
Elige una paleta por espacio y deja que el jarrón actúe como ancla decorativa.
Recuerda: el color puede influir en el estado de ánimo úsalo a tu favor.
Flores, ramas y más:
Primavera: tulipanes, lirios o margaritas frescas.
Verano: eucalipto, hortensias secas o ramas de olivo.
Otoño: plumas secas, espigas o ramas rojizas.
Invierno: ramas desnudas, piñas secas o flor artificial elegante.
Decora con intención todos los días. Los floreros y jarrones son aliados para reflejar tu estilo. Úsalos para expresar tu personalidad, crear atmósferas únicas y transformar tus espacios con sencillez y elegancia.
¡Encuentra el que mejor encaje contigo y empieza a decorar con intención!